“Claudio era un hombre carismático, sencillo, amable, caía muy bien y siempre entregado a su trabajo y a los niños de su escuela de fútbol”, remarca Manuel Jerez, locutor de radio Okarina de El Carmen, mientras el cortejo fúnebre que trae los restos del querido profesor de educación física carmelino, Claudio Mardones Jara (40 años), arriba a su tierra natal, escoltado por sus padres y su hermana Loreto.
Lo reciben sus alumnos de la Escuela Virgen del Carmen y sus dirigidos de la escuela de fútbol, que con mucha pena alzan globos blancos y negros y aplauden el ingreso del ataúd a la parroquia de la comuna donde será velada.
También lloran su repentina partida sus colegas y amigos del fútbol, porque, además, fue un gran jugador de clubes como Centro Juventud Estrella y Arbolito.
Claudio sufrió muerte cerebral después de protagonizar un accidente automovilístico en el sector Salto del Laja.
Su partida caló hondo y sumó en la más profunda tristeza a la comunidad carmelina, especialmente, a sus alumnos, amigos, apoderados y colegas de la Escuela Virgen del Carmen, de la que fue estudiante y ahora docente y encargado de la escuela de fútbol.
El dolor es desgarrador en su familia y los vecinos que lo recuerdan como una persona generosa, pero su huella será profunda y eterna. Pues se fue regalando vida, ya que sus padres respetaron su deseo de ser donante.
Tras un exitoso proceso de procuramiento, en el Hospital de Los Ángeles, Claudio donó sus órganos (pulmones, riñones, hígado, corazón y córneas), beneficiando a siete familias que esperaban por un trasplante y transformándose en el primer procuramiento multiorgánico del Hospital Víctor Ríos Ruiz, de Los Ángeles.
“Tristeza que invade nuestros corazones, cuesta resignarse. Como profesor y como persona jamás será igualado. Lo bueno no es terrenal, los ángeles deben estar felices por tenerle a su lado”, comentó Jacqueline Salazar. Al cierre de esta edición, su velatorio se realizaba en la parroquia de El Carmen y su funeral, se realizará este viernes, en la misma comuna que lo vio nacer y crecer, en horario a confirmar por su familia.
Claudio se fue dejando una profunda huella en la comunidad y regalando vida. Como siempre lo deseó.