Una trágica e inusual muerte sufrieron cinco mujeres y un hombre que iban al interior de un bus, el cual colisionó contra unas colmenas repletas de abejas africanizadas, tras desbarrancarse en la localidad de San Sebastián de Yalí, Nicaragua, el pasado lunes 8 de mayo.
Al impactar contra el panal que las resguardaba, estos pequeños insectos comenzaron a picar al conductor y a los pasajeros del autobús, lo que para estas víctimas —entre ellas una madre de 47 años y su hija de ocho— resultó fatal.
Por otro lado, de los 60 viajeros, unos 45 fueron picados por esta especie cuyo ejemplar es similar a los polinizadores que se ven en Chile, pero se diferencia en su estilo defensivo en grupo y su fuerte agresividad contra su objetivo.
Según consigna el medio británico Metro, los seis fallecidos fueron identificados como Eneyda Tórrez y su hija Andrea Carolina; Kenia Soza, Dilcia Amparo, Reyna Olivas y Santos Calderón; cuyas edades van desde los ocho años hasta los 84.
Del total de afectados, se reportó que 14 pasajeros fueron hospitalizados, incluyendo una embarazada y a un niño de cuatro años. Vecinos del sector fueron en ayuda de los pasajeros, pero su labor se vio complicada precisamente por la presencia de las abejas africanizadas.
Además, varias personas quedaron con cientos de picaduras en su pecho, abdomen y brazos, y seguramente en el rostro, pero se resguardó la identidad para no afectar su privacidad.
Según se aprecia en las imágenes, junto con remedios, a los afectados se les aplicó el gel que libera la hoja de la planta aloe vera para calmar la comezón y la sensación de fiebre en la zona de la piel dañada.
El sitio PestWorld.org señala que este tipo de abejas son llamadas «asesinas» y que se establecieron cuando «las abejas del sur de África y las abejas melíferas locales de Brasil se aparearon«.
La abeja africanizada se identificó por primera vez en Brasil en la década de 1950, «pero se extendió rápidamente por América Central y América del Sur después de que un puñado de enjambres escapara de la cuarentena», consigna el organismo.
Con los años, este insecto emigró hacia Estados Unidos, siendo visto por primera vez a mediados de la década de los 80 en un campo petrolero en California. En 1990 se asentó en México y gran parte de Norteamérica.