Inentendible para algunos, desconcertante para otros y también esperable y razonable para otro tanto. Plagado de estos calificativos se ha dado la discusión en torno al reciente anuncio dado a conocer por el Ministerio de Educación: en la Ley de Presupuesto 2023 habrá un recorte del 32,9% al programa de Liceos Bicentenario, ya que no se abrirán convocatorias para que nuevos establecimientos obtengan esta categoría.
Si bien el Mineduc ha precisado que se mantendrán en funcionamiento los 320 que ya existen a lo largo del país -32 en nuestra región-, para quienes no están de acuerdo con esta medida, los indicadores de éxito del programa saltan a la vista: en acceso a la educación superior, el 87% de su matrícula logra acceder a ella y en materia de pruebas estandarizadas, en lenguaje y matemáticas, el rendimiento de los Liceos Bicentenario ha estado, en promedio, 20 puntos por encima de liceos emblemáticos y establecimientos que reciben fondos del Estado, según cifras de Acción Educar.
Hoy, tres directores de Liceos Bicentenario de Ñuble coinciden en que el mejor indicador de éxito es el aumento sostenido en el porcentaje de estudiantes que logran acceder a la educación superior. Tras eso, hay otros como aumento de matrícula, buenos resultados del Simce (suspendido hace tres años), mayor inversión e infraestructura, por mencionar algunos.
“Nosotros comenzamos con un 3% en 2010 y hoy tenemos cercano al 90% (de alumnos que ingresan a la educación superior). Se rompe el paradigma social y se llega a la movilidad social de tener niños de comunidades muy vulnerables que estudian carreras universitarias en la Universidad Católica, en la Universidad de Chile, UdeC, Bío Bío y de Talca; es fruto del trabajo de los profesores, municipalidades y la motivación que encuentran los niños por seguir estudiando. Eso, en gran parte es éxito del bicentenario y eso es lo que la gente cuida”, asegura Víctor Reyes, director del más emblemático de los Bicentenario y de la “primera camada” de la Región, el Liceo de San Nicolas. Esto, gracias a sellos institucionales como educación inclusiva y tendiente a la diversidad, plurilingüismo e interculturalidad y tecnología, innovación y emprendimiento, entre otros.
En otros indicadores, el Liceo de San Nicolás, también categorizado como de Alta Exigencia, obtuvo en el último Simce de Octavos Básicos, un promedio de 281 en Lectura (40 puntos sobre el promedio nacional); en Matemática, 320 (casi 60 puntos más que el promedio nacional) y en Historia, 312 (62 por encima de la media).
En el caso del Liceo Bicentenario Domingo Ortíz de Rosas, de Coelemu, su director, Sergio Hernández, expone que antes tenían baja tasa de titulación en el área técnico profesional, porque era el propio alumno quien buscaba sus centros de práctica. Luego eso cambió y hoy como liceo buscan prácticas y hacen seguimiento. Con eso pasaron de 40% de titulación a más del 80%.
En cuanto a su porcentaje de ingreso a la educación superior, en 2026 fue de 65%, mientras que en 2021 han logrado subir a 71%.
Respecto a su evolución de matrícula, en tanto, en 2016 tenían 647 alumnos y hoy tienen 888.
Su inversión en infraestructura, en tanto, pasó de $ 68 millones en 2017, a más de $ 166 millones este año.
En el caso del Liceo Diego Portales, de San Carlos, su director, Mateo Aguayo, sostiene que “para nosotros lo más importante es tener más allá del 85% de los estudiantes que ingresan a enseñanza media instalados en la educación superior o en fuerzas de orden y seguridad”.
Al respecto, su plan de seguimiento a exalumnos en estudios superiores arroja que, en 2018, de 33 matriculados, terminaron 29, mientras que, en 2019, de 28 matriculados finalizaron 27.
Su matrícula, en tanto, ha subido de 526, en 2017, a 655 este año, lo que según cuenta Aguayo “tiene que ver con la creación de cursos en media”, lo que apunta también a que de tener mayor infraestructura podría seguir creciendo.
Compartir y seguir el modelo
Más allá de la discusión y las cifras, en Ñuble los liceos Bicentenario anuncian que seguirán trabajando para continuar haciendo crecer sus comunidades, en calidad, de la mano con indicadores de excelencia que han podido impulsar.
“Es momento que los Bicentenario podamos compartir las experiencias pedagógicas con todo el resto de los otros colegios, llegó el momento de compartir más que de crear nuevos”, expone Reyes.
Hernández, por su parte, indica que “encuentro lamentable que una iniciativa, independientemente de qué gobierno la haya implementado, es una política pública que beneficia a muchas familias, y especialmente a nosotros que estamos en un contexto rural, con altos índices de vulnerabilidad. Independiente de eso vamos a seguir trabajando con las mismas ganas, con el mismo entusiasmo para sacar adelante el proyecto educativo que se ha fortalecido bajo el alero de los liceos bicentenario (…) se han instalado capacidades en esos colegios de ir a buscar recursos a otros lugares, el estado le quita recursos, (pero) los liceos Bicentenario hoy tienen la capacidad de ir a buscarlos a otros lugares”.
Aguayo, en tanto, sostiene que “cada gobierno tiene su política educativa. Los liceos Bicentenario son un proyecto bastante ambicioso, en términos de efectividad académica, sin embargo, ayudan también a marcar, sobre todo en la educación pública, algunos hitos importantes que tienen que ver con la exigencia académica, el desarrollo de un estudiante y cómo ir nivelando hacia arriba. Alguien puede decir que hay una discriminación, pero es positiva, a mi juicio”.