Por primera vez en Ñuble, se realizó una compleja cirugía en el Hospital Clínico Herminda Martín para extirpar un tumor de la hipófisis con la técnica endoscópica transnasal. Se trata de la intervención a una paciente chillaneja de 54 años, Ana Morales, a quien a fines del año pasado le diagnosticaron, un tumor en esta glándula, que le estaba provocando complicaciones como la disminución de su campo visual y alteraciones hormonales, que afectaban su salud y la capacidad para realizar sus actividades con normalidad.
El neurocirujano, Joaquín Correa, y el otorrinolaringólogo, Rodrigo Leiva, fueron los especialistas a cargo de este procedimiento, que hasta ahora para su resolución quirúrgica implicaba el traslado de los pacientes a Concepción o Santiago. Ambos facultativos se capacitaron durante un año, en el Instituto de Neurocirugía. En ese período, aprendieron la técnica y la practicaron bajo la supervisión de expertos en distintos centros asistenciales capitalinos. Asimismo, se actualizaron respecto del instrumental que se utiliza en los mejores centros de neuroendoscopía –privados y públicos- del país, donde se trabaja con los mismos insumos de alta tecnología, que existen en el hospital local.
La hipófisis, también conocida como pituitaria, es una glándula pequeña, del tamaño de un poroto, ubicada en la base del cerebro, justo detrás de la nariz y las orejas. Forma parte del sistema endocrino del cuerpo, que comprende todas las glándulas que producen y regulan las hormonas.
El Dr. Correa, explica que “la mayoría de los tumores que se desarrollan aquí, un 98% son benignos, y la cirugía se indica cuando el tumor o adenoma produce alteraciones neurológicas, endocrinológicas o visuales. La visión de la paciente se reduce o también se dejan de elaborar hormonas que ocasionan efectos como fragilidad capilar, fatiga, obesidad, caída de pelo y uñas, entre otros. Tanto el compromiso visual como endocrinológico son progresivos y en los casos de más gravedad pueden llevar a la muerte si se afecta el control del sodio o del cortisol”.
Los principales síntomas que experimentó Ana, la primera paciente intervenida con esta técnica, fueron fuertes dolores de cabeza y reducción de la visión, con presencia de derrames oculares lo que afectaba su desempeño laboral.
“Llegar hasta la hipófisis es posible de dos maneras. A través de una craneotomía, creando una ventana ósea perforando el cráneo, que es más compleja y representa más riesgos. La otra, es por medio de la nariz, con la técnica de la endoscopía nasal, que es la que usamos ahora por primera vez; es mínimamente invasiva, más directa, mejor tolerada y tiene un tiempo de recuperación menor para el paciente”. Como la intervención se realiza mediante la nariz, es preciso la colaboración de un otorrino, especialista en este órgano, explica Correa.
Para el otorrinolaringólogo Rodrigo Leiva, “esta primera experiencia fue muy gratificante, ambos equipos de especialistas estuvimos plenamente coordinados, la paciente evolucionó favorablemente y en el tiempo estimado”.
En esta intervención, explica, “se atraviesan estructuras nobles de la nariz, como los cornetes inferiores y medios, donde se encuentran los receptores del olfato que pueden verse afectados. En la primera etapa acondicionamos la nariz, para abrir el camino y llegar hasta el tumor, para que el neurocirujano realice la segunda etapa que es la extirpación de éste, cuidando no afectar estructuras cerebrales aledañas, la glándula ni las arterias. En la tercera etapa, debemos hacer un cierre adecuado para prevenir una fístula (salida anormal a través de una abertura) de líquido cefalorraquídeo. Para sellar, usamos grasa abdominal, huesos del tabique nasal de la propia paciente y otros materiales especiales. Es una cirugía de mucho detalle y precisión”.
La cirugía se extendió por tres horas. De acuerdo con el protocolo, la paciente permaneció las primeras 72 horas en una unidad intensiva y luego trasladada a un servicio quirúrgico para continuar con su observación. Actualmente se encuentra de alta, con los cuidados posquirúrgicos indicados y un próximo control médico para chequear su evolución.
“Estoy vivita y coleando”
El avance del tumor de la hipófisis en el caso de Ana Morales, fue muy rápido. Ella cuenta que en enero pasado, a dos meses de su diagnóstico, percibió que perdía la visión. “Empecé a ver muy mal, yo habitualmente uso lentes, pero sentía como si tuviera puesto un visor porque habían cosas que no apreciaba. Trabajo en una frutícola y es súper importante revisar bien la fruta porque tengo que seleccionar la mejor, entonces me sobreexigía para lograrlo y supongo que eso me generaba fuertes dolores de cabeza y en una ocasión hasta me desmayé. Por eso, después de la operación estoy muy agradecida de los doctores y de todos quienes me cuidaron porque siempre me dieron la seguridad de que iba a estar bien y aquí estoy vivita y coleando. Además mi visión mejoró mucho y me siento bien físicamente”, aseguró.