El sacerdote jesuita, Felipe Berríos, habló de las denuncias que lo mantienen suspendido de sus funciones y alejado de La Chimba, lugar donde vivía antes de que se abriera una investigación canónica por «actos de significación sexual» en su contra.
En entrevista con La Tercera, aseguró estar a la espera de la decisión del Vaticano y apuntó a que detrás de la acusación en su contra hay una estrategia comunicacional impulsada por el abogado Juan Pablo Hermosilla.
«Esto es un juicio mediático y mediáticamente estoy marcado», dijo.
Fue el 1 de mayo que el provincial de la Compañía de Jesús, Gabriel Roblero, le comunicó a Berríos que habían recibido una denuncia en su contra por hechos de connotación sexual y que decidieron abrir una investigación canónica por lo mismo.
Cuando se enteró, el sacerdote aseguró que «mi reacción fue la de cualquier persona a la que acusan de algo que no ha hecho: Incredulidad, desazón, rabia. Me gustaría decirle otra cosa, pero no le puedo mentir. Me he acordado de tantas personas que he conocido en mi vida sacerdotal y a las que he tratado de apoyar producto de las situaciones de injusticia que les ha tocado vivir. Ha sido duro».
Respecto a su posibilidad de defensa, opinó que «en el caso de una acusación canónica, yo prefiero la justicia abierta de todos los chilenos donde poder defenderme. Esa sensación de injusticia, de tener una jurisprudencia distinta a la de todos los chilenos, es lo que más duele».
Berríos afirmó que conocía solo a una de las cuatro denunciantes. «Hace unos 25 años conocí y acompañé a padres y madres que perdieron a sus hijos en un terrible accidente. Entre ellos estaban los abuelos de una denunciante. Las veces que teníamos misas y aniversarios se juntaban muchos familiares y siempre había un grupo de niños dando vueltas. Entre ellos estaba la denunciante, que entonces tendría unos siete años», prosiguió.
Sobre la existencia de varias denunciantes que testificaron en su contra, el jesuita fue enfático al afirmar una campaña en su contra.
«Más allá de lo publicado en uno u otro medio, lo indesmentible es que acá se montó una estrategia comunicacional. Le recuerdo que la propia abogada investigadora contratada por la Compañía de Jesús salió a desmentir varias de esas publicaciones», expuso.
«Acá hay un modus operandi muy claro de la Fundación para la Confianza, que se presta para un show mediático a través de su abogado, el señor (Juan Pablo) Hermosilla (…) la fundación filtra información a la prensa y protagoniza reportajes incluso en televisión. Y acá quiero ser muy claro: la Fundación para la Confianza lleva adelante una causa loable y necesaria para contribuir a que no haya abuso infantil en Chile, causa que comparto en un mil por ciento. Sin embargo, es evidente que en el último tiempo sus prácticas y estándares no han sido los adecuados», profundizó.
Respecto a las cautelares que le impusieron, como abandonar La Chimba, declaró estar «muy triste», y espera que el provincial «levante a la brevedad esa cautelar, pues no hay motivo para mantenerla. Colaboré ampliamente en la investigación y ya presté declaración. Tengo un trabajo en La Chimba y muchos pobladores me han manifestado que me necesitan de vuelta, así es que espero volver pronto».
Por último, señaló que su vocación es «jugármela por el Evangelio de Jesús, identificarme con quienes Él se identificó. Es lo que he tratado de hacer toda mi vida y lo que seguiré haciendo», por lo que no ha pensado renunciar al sacerdocio.