El economista, académico, escritor y expresidente del directorio de Codelco, Óscar Landerretche, dice que el voto obligatorio es crucial para un buen derrotero del proceso constituyente. “La clase política no puede mandarse otro guatazo, quedaríamos en ridículo frente a todo el planeta”, advierte este militante socialista que rechazó la propuesta constitucional.
-No sin tropiezos, el nuevo proceso constituyente ha ido avanzando. En el llamado grupo de los 8 -Guillermo Ramírez (UDI), Luz Poblete (Evópoli) y Diego Schalper (RN); Natalia Piergentili (PPD), Diego Ibáñez (Convergencia), Tomás Lagomarcino (PR) y Guillermo Teillier (PC) y Francisco Huenchumilla (DC)- hay cinco que votaron Apruebo. ¿Te genera un poco de ruido eso?
-Yo estaba muy pesimista el día después del plebiscito; porque no creía que la derecha iba a cumplir su promesa. Tampoco la izquierda. Pero con el tiempo, debo reconocer que ha habido actores de la derecha muy jugados, pese a las dificultades en sus frentes internos. Eso ha ido incrementando mi optimismo. Pero creo que hay que darle tiempo a la conversación.
La clase política se ha dado cuenta del tremendo guatazo que se mandaron. Lo que no pueden hacer es mandarse otro guatazo, quedaríamos en ridículo frente a todo el planeta Tierra. Mejor que se tomen su tiempo. Si eso atrasa los plazos, es un costo menor.
-¿Cuál es tu postura respecto al mecanismo, electa 100 %, con expertos?
-La Convención debe ser completamente electa. Creo que no debe haber expertos designados, eso es muy extraño. Además, no entiendo este fetiche de los expertos, algunos de los convencionales que tuvieron peor desempeño fueron “expertos”. El mejor resguardo de que el proceso constituyente salga bien, es el voto obligatorio.
Trece millones de chilenos que aplicaron sentido común, responsabilidad adulta. Eso da garantía de que esto no se desborde. A veces los expertos vienen con sus locuras teóricas.
Ni bordes ni líneas rojas ni expertos ni nada por el estilo. Y si encontramos una fórmula para que los partidos políticos en sus listas incluyan a personas con conocimientos que pueden ser útiles para la elaboración del documento, perfecto. Pero que sean electos.
-Has sido crítico de la política convencional. Dijiste en twitter: “amorosos los que creen que la política actúa de frente y con publicidad cuando quiere imponer algo que les conviene”.
-Hace mucho tiempo que soy muy crítico de la política. Eso fue un comentario sobre no ser ingenuos en política. Hay sectores que se van a resistir al voto obligatorio, pero no lo van a decir de frente. Porque el voto obligatorio perjudica a los proyectos políticos más basados en las políticas de identidad.
-¿De la izquierda?
-Y también de derecha. Como es impopular decirlo abiertamente, se dice sottovoce. Pero en privado prefieren el voto voluntario. Al revés, el mejor borde para este próximo proceso es la sensatez de 13 millones de chilenos votando obligatoriamente.
-Alfredo Joignant describe tu discurso como antipolítico.
-Creo que está equivocado.
-Algunos movimientos de centro o centroizquierda que estuvieron por el Rechazo como Los Amarillos están en camino de convertirse en partidos. ¿Te parece una opción interesante?
-Yo milito en el PS hace 30 años. A mi me parece que uno de los problemas que hace tan disfuncional a la política, es el exceso de partidos. En el parlamento hay como veinte partidos, una locura. Apoyo que los partidos existentes se reformen e incluso que se consoliden o fusionen entre los que tienen afinidad.
Partidos que pertenecen al amplio espectro del socialismo democrático podrá haber 6, no me parece sensato. Eso hace muy difícil negociar. La pobre Ana Lya Uriarte no haya que hacer con tantos partidos. Deberíamos construir partidos más robustos, más grandes y más diversos internamente.
-¿Te sientes cómodo en el PS, no te criticaron por votar Rechazo?
-Por supuesto que me siento cómodo. Yo no tuve ningún problema, se respetó mi decisión. Estoy seguro que en el 62% del Rechazo hay harto socialista.
-Has hablado sobre la importancia de los acuerdos para llegar al desarrollo económico. ¿Por qué crees que Chile no logra dar el salto?
-Los países que superan la trampa de los ingresos medios, como Corea, Finlandia, Irlanda, llegaron a un acuerdo estratégico de desarrollo. Esos acuerdos en cada país son diferentes. No podemos hacer copy paste.
Lo que estamos viviendo con el proceso constituyente es un proceso de aprendizaje: estamos aprendiendo a construir los acuerdos que necesitamos. La política de acuerdos de la Concertación funcionó en los 90, pero no sirve para hoy. Por eso es interesante lo que hace el Congreso: hay fuerzas tectónicas que se están moviendo. Espero nos permita llegar a acuerdos sólidos para llegar a ser un país desarrollado en el futuro.
-Alguna vez tu nombre sonó como candidato presidencial. ¿Retomarías esa idea?
-Primero, no me interesa. Eso fue muy efímero, no resultó y la abortamos muy rápido. Y segundo, creo que es evidente que hoy en día se prefieren otro tipo de liderazgos con habilidades más mediáticas. No me parece una idea muy realista.
-Se cumplen tres años del 18-0. ¿Cuál es tu diagnóstico sobre el origen del estallido?
-Ocurrió una explosión acumulada, que tiene que ver con temas que quedaron pendientes desde la transición. No se avanzó lo suficiente para resolver los problemas estructurales de equidad. Chile en 1989 tenía un nivel de desigualdad de los más altos del mundo. Niveles que hoy solo se ven en el África Subsahariana. Lo que ocurrió durante los años de la Concertación es que el país creció muy fuerte y se fue reduciendo la desigualdad. Y hoy Chile tiene una desigualdad menor a la de Brasil o Colombia, pero similar a la de Ecuador. Era tan desigual Chile que incluso con el avance que tuvimos seguimos siendo intolerablemente desiguales. Mucho más desiguales que EEUU. ¿La Concertación incrementó la igualdad? Sí. ¿Es suficiente? No.
-¿Cómo observas el gobierno de Boric, que cumple 7 meses?
-Desde un punto de vista de políticas de gobierno, estamos recién comenzando. Porque la verdad es que hasta el momento el gobierno ha estado dedicado a una campaña. Eso es evidente. Su programa era básicamente la campaña.
Terminado el plebiscito, a los días siguientes ocurre un cambio de gabinete, quizá no tan profundo como algunos hubieran esperado, en que entran figuras de la Concertación. Ana Lya Uriarte viene a arreglar una situación disfuncional que existía con el anterior ministro. Carolina Tohá se instala, coloca el tema del TPP11. Da un giro de sinceridad, de reconocer que hay un problema grave de seguridad, sin echarle la culpa a la prensa.
Marcel anuncia una cierta política de reactivación, de gradualidad en la reforma tributaria.
Dos días después del plebiscito, el Gobierno empieza a gobernar. El gobierno de Boric no lleva 7 meses gobernando. Lleva seis meses haciendo campaña, y un mes gobernando.
-¿Te parece adecuada la estrategia de Marcel frente a la crisis económica, que es el gran problema que enfrenta el país?
-El ministro está haciendo lo que uno esperaría. Por un lado hace cambios a la reforma tributaria, porque ha cambiado el escenario. En los próximos dos años las empresas van a estar muy complicadas. Lanzó un presupuesto muy cercano al balance, uno de los presupuestos más balanceados que hemos tenido desde el terremoto.
Los mercados saben que el 2023 va a tener que soltar un poquito ese presupuesto, porque a medida que vaya entrando la crisis va a tener que generarse algún tipo de ayuda, por lo tanto el presupuesto ejecutado va a ser un poco peor que esto, pero razonable. Lo que él hace es apretar para tener espacio para soltar después.
-¿Qué crees que le falta?
-Le ha costado al Gobierno usar los instrumentos del Estado para reactivar la economía. Ha estado muy lento el ministerio de OOPP. Durante la pandemia, quebraron muchas de las empresas que tenían asignados proyectos con el MOP. Hay un enredo ahí, pero hay que solucionarlo rápido.
El Gobierno debiera activar una agenda de aceleración de obras públicas mucho más agresiva. El ministro Montes algo ha hecho, pero tiene que ser más fuerte. Yo veo a las empresas públicas deteniendo sus procesos de inversión. Necesitamos que empujen el carro, no que lo detengan.